El sábado pasado 4 de junio se abordaron diversos tópicos, tal es el caso del tema “El Pensamiento Pedagógico de la Antigüedad a la modernidad” en el que se hizo un recorrido que vislumbró desde el pensamiento pedagógico griego, pasando por el romano, el medieval, el moderno y el ilustrado.
Ahora bien, mi reflexión la voy a centrar en Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) por el hecho de que, entre los ilustrados, él se constituyó en el marco que divide la escuela antigua de la nueva. Él formó parte de los intelectuales cuyas ideas inspiraron la transformación del mundo durante el siglo XVIII y XIX; ideas que propiciaron el surgimiento de las sociedades occidentales contemporáneas dando paso al surgimiento de la figura del ciudadano y al ascenso de las libertades, los derechos individuales y la razón como valores máximos entre los hombres y para la sociedad.
Rousseau contribuyó a la configuración de este nuevo mundo con sus escritos, por ejemplo El Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres (1775), El Contrato Social (1762) y Emilio (1762).
Consideró que en el mundo que se estaba configurando, los hombres deberían abandonar su papel de siervos para convertirse en ciudadanos libres, dueños de su destino y detentadores de la soberanía, pensamientos que para esa época constituían un boom, aunque hay que reconocer que este ilustrado tenía ideas muy similares a las de Aristóteles, al considerar a la educación como el camino idóneo para formar ciudadanos libres, conscientes de sus derechos y deberes en el nuevo mundo que se estaba gestando. Él, en su opinión consideraba que el sistema educativo imperante era incapaz de llevar a cabo esta labor. Todavía hoy día, esas ideas pueden verse reflejadas entre las pretensiones que se tienen en el sistema educativo, en particular, en el sistema educativo mexicano, propósitos que son muy ambiciosos porque aunque están claramente plasmados en los planes y programas, mucho tiene que ver quien los aplica.
El maestro juega un papel relevante en la educación del discente, los buenos planes y programas podrán ser muy bien redactados; los docentes podrán recibir capacitación para llevarlos a la práctica; se podrá dotar de tecnologías de punta a las escuelas, pero todo será en vano si éste no cambia de actitud.
Consecuentemente en Emilio (1762) define los nuevos fundamentos para una pedagogía renovada, acorde a los nuevos tiempos. Emilio es el resultado de la revisión de la pedagogía tradicional desde la óptica renovadora del pensamiento de la Ilustración.
Uno de los principales aportes que realizó Rousseau fue señalar que el niño es "un ser sustancialmente distinto al adulto y sujeto a sus propias leyes y evolución; el niño no es un animal ni un hombre, es un niño"
A partir de esta idea Rousseau señala la necesidad de replantear los métodos de enseñanza imperantes que consideraban al niño como si fuera un adulto más, asumiendo con ello que comparten intereses, habilidades, necesidades y capacidades. Este pedagogo señalaba que desconocer las diferencias fundamentales entre el niño y el adulto conllevaba a los educadores a cometer dos errores:
* Atribuirle al niño conocimientos que no posee, lo que deriva que se razone o se discuta con él "cosas que no está capacitado para comprender e incluso con razonamientos incomprensibles para él."
* Inducir a que el niño aprenda a partir de motivaciones que le son indiferentes o inteligibles. Esto que aquí se plantea, es algo que en la actualidad se está poniendo el dedo en el renglón. Los programas del Plan 2009 son muy claros al enfatizar que el docente debe considerar los conocimientos previos que posee el alumno, constituyendo el punto de partida para dar paso a un nuevo aprendizaje. Entre las bondades que involucra está que a partir de ellos, el alumno puede opinar, se siente seguro, se siente involucrado, lo que influye en su actitud, disposición para aprender que el profesor debe aprovechar para crear las condiciones que lo lleven hacia nuevos aprendizajes.
Entre algunas de las ideas con las que coincido de este pedagogo están: Según Rousseau, el proceso educativo debe partir del entendimiento de la naturaleza del niño, del conocimiento de sus intereses y características particulares. Así debe reconocerse que éste conoce el mundo exterior de manera natural haciendo uso de sus sentidos, consecuentemente es erróneo hacerlo conocer el mundo en esta etapa a partir de explicaciones o libros. Estas ideas sustantivas no debíamos olvidarlas los docentes al momento de dirigirnos a los alumnos creyendo que lo mejor para ellos es que aprehendan los que dicen sus libros, eliminando las oportunidades que se les debe dar para organizar procedimientos que son comunes para él ( y cuando lo afirmo es por el hecho de que así ha venido aprendiendo desde antes de entrar a la escuela) y en donde sólo falta de la intervención de alguien que los ayude a sistematizarlos en la observación que realizan, el registro de las mismas; la creación de hipótesis, el análisis de los datos obtenidos, su interpretación, etc.
Asumiendo que por medio de las sensaciones el niño conoce el mundo que lo rodea, se define a la observación y la experimentación como el camino por el cual inicia la aprehensión del mundo que le rodea. La interacción con el mundo físico por medio de los juegos es una de las maneras en las que el niño comienza a conocer y por lo tanto, debe gestionarse la educación en ese sentido
A través de estas prácticas el pequeño es capaz de desarrollar el sentido del discernimiento, cualidad que le permite diferenciar entre él yo y el mundo que le rodea y encontrar las diferencias y las regularidades existentes. Para Rousseau desarrollar en esta etapa este sentido de discernimiento es lo más importante, más importante que la acumulación de conocimientos. Todas esas ideas, aún están vigentes.
Finalmente voy a retomar una de las ideas plasmadas por este pedagogo:
"EL HOMBRE NACE LIBRE, PERO EN TODAS PARTES SE ENCUENTRA ENCADENADO... MAESTROS… si deseamos que nuestros niños se conviertan en gentes libres de pensamiento y de actuación, no les cortemos las alas para volar, cambiemos nuestra manera de visionar nuestro trabajo, conduzcamos el aprendizaje de nuestros alumnos hacia rumbos que le den seguridad para enfrentar su presente y lo preparen para el futuro… hemos de ser efectivos facilitadores del aprendizaje y para ello, tendremos que adjudicarnos el compromiso de dominar los campos de conocimiento que nos corresponden, prepararnos para aplicar las mejores prácticas pedagógicas en el aula, emplear los recursos didácticos más adecuados y aprovechar las oportunidades del entorno; habremos de ser personas capaces de integrar y conducir a nuestros grupos; de manera que podamos mitigar las carencias, prevenir los rezagos y potenciar los talentos de nuestros alumnos. Recuerda maestro…el magisterio nunca más puede ser una carrera por descarte, sino una opción vocacional completa de un profesional del aprendizaje que se sabe agente del cambio social más trascendente, por tanto, la esperanza de las nuevas generaciones se fundamentan en el grado en que asumas tu compromiso con la sociedad… EL HOMBRE ES BUENO POR NATURALEZA, PERO SE VE CORROMPIDO AL ENTRAR EN LA LUCHA POR SOBREVIVIR SIN IMPORTARLE LOS DEMÁS HOMBRES...EL MAL VIENE DEL ORDEN SOCIAL, QUE VUELVE MALO AL HOMBRE...PORQUE, EL HOMBRE NACE BUENO Y SOCIABLE”
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